
Muchos escritores famosos comenzaron siendo periodistas; la disciplina del oficio favoreció el estilo de Ernest Hemingway, por ejemplo, quien admiraba los párrafos cortos, limpios y sin palabras terminadas en mente. Para ahondar en este género de escritura que bien manejado, considero benéfico también para escribir una novela, se puede ahondar en el estudio de un manual de estilo para periodistas, aplicando cada caso a la escritura de una historia.
Normas generales
Uso del idioma. El propósito al redactar cualquier noticia es comunicar hechos e ideas a un público heterogéneo. Por tanto, el estilo de redacción debe ser claro, conciso, preciso, fluido y fácilmente comprensible, a fin de captar el interés del lector.
Los periodistas han de escribir con el estilo de los periodistas, no con el de los políticos, los economistas o los abogados. Los periodistas tienen la obligación de comunicar y hacer accesible al público en general la información técnica o especializada. La presencia de palabras eruditas no explicadas refleja la incapacidad del redactor para comprender y transmitir una realidad compleja. El uso de tecnicismos no muestra necesariamente unos vastos conocimientos, sino, en muchos casos, una tremenda ignorancia.
El periódico se escribe en castellano, y la regla general es que no deben usarse palabras de otras lenguas, mientras existan sinónimas en castellano. Esta norma no tiene más excepciones que las expresamente recogidas en este libro. El criterio seguido en tales casos ha sido aceptar las palabras no castellanas impuestas por su uso generalizado, de las cuales gran parte incluso se escriben en redonda (por ejemplo, ‘whisky’); las que no tienen una traducción exacta (por ejemplo, ‘strip-tease’, el ‘green’ del golf) y las que, de ser traducidas, perderían parte de sus connotaciones (por ejemplo ‘geisha’).
Las palabras no castellanas se escriben en cursiva.
Los términos empleados deben ser comunes, pero no vulgares. Cuando haya que incluir vocablos poco frecuentes —por estar en desuso o por ser excesivamente técnicos—, es preciso explicar al lector su significado.
Las frases deben ser cortas, con una extensión máxima aconsejable de 20 palabras. Sujeto, verbo y predicado es regla de oro. No obstante, conviene variar la longitud y estructura de las frases y los párrafos. Es una forma de mantener el interés. Cambiar la forma, el orden y los elementos de las frases resulta más importante incluso que cambiar su longitud. Repetir la misma estructura es el camino más seguro para aburrir al lector.
El empleo de las normas básicas de este manual de estilo no implica el uso de una escritura uniforme en todo el diario, puesto que son compatibles con la riqueza, la variedad y el estilo personal.
Es preferible utilizar los verbos en activa y en tiempo presente. Esto acerca la acción al lector. No sería aconsejable esta frase: ‘Felipe González dijo ayer que él seguía siendo el presidente del Gobierno y que fue investido con mayoría absoluta’, si se puede sustituir por esta otra: ‘Felipe González dijo ayer que sigue siendo el presidente del Gobierno y que obtuvo la mayoría absoluta en su investidura’.
Vayan entre comas o entre paréntesis, no debe suprimirse la preposición de delante del número con los años de la persona. Ejemplos: ‘Juan López, de 25 años’, o ‘Juan López (de 25 años)’, pero no ‘Juan López, 25 años’ ni ‘Juan López (25 años)’.
Es una incorrección sintáctica emplear el que cuando se hace una cita en estilo directo. Ejemplo: El presidente dijo que ‘yo voy a garantizar el orden’. Para expresar las palabras tal como fueron dichas no debe utilizarse el que, y sí los dos puntos y las comillas. Ejemplo: El presidente dijo: ‘Yo voy a garantizar el orden’. En cambio, en estilo indirecto sobran estos dos signos ortográficos, y ha de ponerse el que. Ejemplo: ‘El presidente dijo que él va a garantizar el orden’.
El reportaje
La apertura. El reportaje —género que combina la información con las descripciones e interpretaciones de estilo literario— debe abrirse con un párrafo muy atractivo, que apasione al lector. A la vez, el arranque debe centrar el tema para que el lector sepa desde un primer momento de qué se le va a informar. Por ejemplo:
Gregorio Jesús Gil y Gil lleva 37 años acomodado sobre el filo de una navaja. Tenía 17 cuando ganó sus primeras 160.000 pesetas del año 1954, y disfrutó tanto con el resultado del negocio que no resistió la tentación de esparcir los billetes sobre la cama de la pensión madrileña donde malcomía, para dormir esa noche encima del dinero. Desde entonces vive del riesgo.
El relato. Tras la entradilla, el relato ha de encadenarse con estructura y lógica internas. El periodista debe emplear citas, anécdotas, ejemplos y datos de interés humano para dar vivacidad a su trabajo.
En los reportajes muy extensos, lo preferible es concebir grupos de varios párrafos conectados entre sí, como pequeños capítulos internos.
Esto facilita esparcir por la historia diversas entradillas falsas que permiten mantener la tensión de lectura. Al mismo tiempo, esos grupos de párrafos conexos desde el punto de vista del relato estarán relacionados entre sí como unidades más grandes, aunque con menor intensidad en la conexión.
Algunos hechos hay que esconderlos hasta el momento adecuado en que pueden revelarse como factor sorpresa. Pero todo reportaje debe tener un hilo conductor que le dé cohesión. Finalmente, el último párrafo servirá como resumen y colofón de todo lo relatado.
El final. El último párrafo de un reportaje debe ser escrito muy cuidadosamente. Tiene que servir como remate, pero sin establecer conclusiones aventuradas o absurdamente chistosas. El último párrafo tiene que dejar cierto regusto al lector y conectar con la idea principal.
He aquí las líneas finales de uno del ejemplo anterior, en que se conecta con la idea principal:
Pero Jesús Gil se siente cómodo en el filo de la navaja. Su osadía no tiene límites. Tanto, que desea ser asesor del presidente del Gobierno. Y cita incluso el nombre del cargo: asesor del presidente en los Temas de Arreglar España. Siempre fue muy atrevido.
Números
Se escriben con todas sus letras sólo las cifras del cero al nueve, ambos inclusive. Las cantidades que puedan expresarse con dos números irán siempre en guarismos.
Para los millones no se emplearán los seis ceros correspondientes, sino la palabra ‘millón’. Así, las unidades de millón se escribirán con todas sus letras (‘un millón’, ‘dos millones’), y las decenas, centenas o millares, parte con números y parte con letras (‘50 millones’, ‘500 millones’, ‘500.000 millones’).
Salvo las excepciones:
— En aquellas relaciones de cifras en las que unas deban escribirse con letras y otras con guarismos se optará por ponerlas todas con números. Ejemplo: ‘3 ministros, 45 senadores y 100 diputados’.
— Las cantidades aproximadas, así como las frases ya hechas o literarias, se escriben, sin embargo, con todas sus letras. Ejemplos: ‘se lo dijo mil veces’, ‘ciento y la madre’, ‘seguir en sus trece’, ‘las mil y una noches’, ‘dar ciento por uno’, ‘con cien cañones por banda’, ‘cantar las cuarenta’, ‘casi mil personas’.
— Los números quebrados se escriben siempre con todas sus letras, salvo en las tablas o cuadros estadísticos. Ejemplos: ‘dos tercios’, ‘tres quintos’, ‘un octavo’.
Por el contrario, siempre se emplearán guarismos en los siguientes casos:
— Los días del mes (‘1 de febrero’), salvo que se trate de una fecha histórica o un nombre propio (‘Dos de Mayo’, ‘Movimiento Veintiséis de Octubre’, ‘Dieciocho de Julio’). — La numeración del callejero (‘San Antón, 7 y 9’).
— La numeración de los pisos, apartamentos o habitaciones de un hotel (‘2º izquierda’, ‘apartamento 1’).
— Los años, no las décadas (‘1982’, pero ‘los años ochenta’). Conviene recordar que en los años los números no llevan el punto del millar (‘el año 1957’, pero ‘1.957 pesetas’).
— Así se procederá también con las páginas, pero no con las partes de un libro y de una obra teatral o musical (‘página 521’, pero ‘segundo tomo’, ‘volumen tercero’).
La coma
La coma (,) indica las pausas más o menos cortas dentro de una oración, permite en la lectura conocer el sentido de las frases y puede señalar entonación ascendente o descende nte. Nunca se debe colocar una coma entre sujeto y verbo.
Dos o más partes de una oración, cuando se escriban seguidas y sean de la misma clase, se separarán con una coma. Ejemplo: ‘Juan, Pedro y Antonio’. Pero no cuando medien estas tres conjunciones: y, ni, o. Ejemplos: ‘Juan, Pedro y Antonio’; ‘ni el joven ni el viejo’; ‘bueno, malo o mediano’.
[A veces es necesaria la coma para separar oraciones unidas por una conjunción copulativa, de modo que se facilite la lectura: ‘Juan viajó la pasada noche a Barcelona, y a Madrid no irá hasta mañana’]
En una cláusula con varios miembros independientes entre sí, éstos se separan con una coma, vayan precedidos o no de una conjunción. Ejemplos: ‘todos mataban, todos se compadecían, ninguno sabía detenerse’; ‘al apuntar el alba cantan las aves, y el campo se alegra, y el ambiente cobra movimiento y frescura’.
Las oraciones que suspendan momentáneamente el relato principal se encierran entre comas. Ejemplos: ‘la verdad, escribe un político, se ha de sustentar con razones y autoridades’; ‘los vientos del Sur, que en aquellas abrasadas regiones son muy frecuentes, ponen en grave peligro a los viajeros’.
El nombre en vocativo va seguido de una coma, si está al principio; precedido de una coma, si está al final, y entre comas, si se encuentra en medio de la oración. Eje mplos: ‘Juan, óyeme’; ‘óyeme, Juan’; ‘repito, Juan, que oigas lo que te digo’.
La coma no es necesaria en las transposiciones cortas y muy perceptibles. Ejemplo: ‘donde las dan las toman’.
La elipsis del verbo se indicará con una coma. Ejemplo: ‘usar de venganza con el superior es locura; con el igual, peligro; con el inferior, vileza’.
Hay tres tipos de errores que se repiten con harta frecuencia en el uso de la coma. Son éstos:
— Antes del adverbio ‘como’, este signo ortográfico cambia el significado en muchas oraciones. No es igual ‘no lo hice como me dijiste’ (lo hizo de distinta forma) que ‘no lo hice, como me dijiste’ (no lo hizo, luego cumplió el encargo).
— Aplicada a ciegas, la norma de encerrar entre comas un nombre propio, cuando lo que le precede en la oración es el cargo o condición de la persona nombrada, ll eva al error. No es lo mismo escribir ‘el capitán José Fernández ha sido condecorado’ que ‘el capitán, José Fernández, ha sido condecorado’. Tal como está redactado el segundo de los ejemplos, José Fernández es el único capitán que existe.
— Cuando se omite antes de un complemento circunstancial y altera la concordancia. Ejemplos: ‘el general pidió orden durante su toma de posesión’ y ‘el general pidió orden, durante su toma de posesión’. En el primer caso, solamente reclamaba orden para el acto en el que tomaba posesión.En el segundo pide orden en términos generales, y la petición se produce durante el citado acto.
Siempre que se pueda, es preferible eliminar la coma, sobre todo en frases cortas. ‘Yo soy de Cuenca, y tú de Madrid’, pero no ‘yo soy de Cuenca, y tú, de Madrid’.
Hay que evitar el error de convertir en una oración con verbo elidido aquellos títulos simplemente enunciativos que enmarcan un escrito. ‘El general en su laberinto’ no puede ser ‘el general, en su laberinto’. ‘El fútbol antes de la guerra’ no podría convertirse en ‘el fútbol, antes de la guerra’.
Punto
Se emplea punto (.) para indicar el final de una oración, para marcar los millares en las cantidades numéricas escritas con cifras, en las fracciones de hora (‘14.30’, pero no ‘14,30’) y para las iniciales de nombres o apellidos (‘J. Ortega y Gasset’, ‘John F. Kennedy).
No se debe emplear punto en las siglas —salvo cuando formen parte de un texto todo él escrito en mayúsculas, por ejemplo, un cintillo—, en los números de años o en los de teléfonos.
El punto va detrás del paréntesis, de la raya o de las comillas de cierre también cuando cualquiera de estos signos se haya abierto inmediatamente después de un punto. Nunca se suprimirán el paréntesis, el corchete o las comillas de cierre por el hecho de coincidir con el punto al final de una oración.
Después de los puntos suspensivos (que son tres, y nada más que tres) no se pone punto final. Tampoco después de los signos de interrogación o de admiración.
Punto y coma
El signo de punto y coma (;) señala pausa y descenso en la entonación; no como el punto, que cierra una oración completa, sino como mero reposo entre dos o más miembros de ésta. Se trata del signo más subjetivo, que depende en gran medida de la voluntad del autor.
No obstante, de be emplearse punto y coma en los siguientes casos:
- Para distinguir entre sí las partes de un periodo en las que hay ya alguna coma. Ejemplo: ‘Los periodistas se desparraman por los suelos con estrépito de cámaras, crash, crash; los hombres de turbante y grandes mantos se desploman con sordo golpe amortiguado por las ropas, plof, plof; los seguidores resbalan en su aturullamiento por conseguir una buena posición para ver al imam, cataplún’.
- Entre oraciones coordinadas adversativas. Ejemplo: ‘El camino no ofrecía grandes peligros; sin embargo, no me atreví’. Ahora bien, si se trata de oraciones cortas basta una simple coma. Ejemplo: ‘Lo hizo, aunque de mala gana’.
- Cuando a una oración sigue otra precedida de conjunción, que no tiene perfecto enlace con la anterior. Ejemplo: ‘Pero nada bastó para desalojar al enemigo, hasta que se abrevió el asalto por el camino que abrió la artillería; y se observó que uno solo, de tantos como fueron deshechos en este adoratorio, se rindió a la merced de los españoles’.
- Cuando después de varios incisos separados por comas la frase final se refiera a ellos o los abarque y comprenda todos. Ejemplo: ‘El incesante tráfico de coches, la notable afluencia de gentes, el ruido y griterío en las calles; todo hace creer que se da hoy la primera corrida de toros’.
- En las relaciones de nombres cuando a éstos les sigue el cargo u ocupación de la persona. Ejemplo: ‘Jack Bell, de The Associated Press; Baskin, del News de Dallas, y Bob Clark, de la American Broadcasting Company, iban en el asiento posterior’. Obsérvese que en el último nombre la conjunción y que le precede elimina el punto y coma, sustituyéndolo por una coma. No obstante, en algunos casos queda a gusto del autor escribir también aquí un punto y coma, si con ello gana en claridad. Ejemplo: a cinco columnas, no más de una línea; a cuatro, dos; a tres, dos; a dos, tres; y a una, cuatro.
Dos puntos
El signo de dos puntos (:) señala pausa precedida de un descenso en el tono; pero, a diferencia del punto, denota que no se termina con ello la enumeración del pensamiento completo. Se usa en los siguientes casos:
- Ante una enumeración explicativa. Ejemplo: ‘Había tres personas: dos mujeres y un niño’.
- Ante una cita textual. Ejemplo: “Luego, escribió en su diario: ‘ El presidente Kennedy llega al Trade Mart”.
- Ante la oración en la que se demuestra lo establecido en la que le precede (‘Pero no son los mismos, no pueden serlo: el 35º presidente de Estados Unidos ha sido asesinado’)
- En los titulares, después del nombre de una persona, para indicar una frase, aunque no sea textual (‘Stevenson: Creo en el perdón de los pecados y en la redención de la ignorancia’). Pero no después del nombre de una ciudad (‘Dallas: Kennedy ha sido asesinado’)
Después de dos puntos se escribe en minúscula, salvo que lo que siga sea una cita (entrecomillada o no) o una enumeración en varios párrafos, cada uno de ellos precedido por un número o una letra en negra.
Comillas
Las comillas deben emplearse sólo para encerrar frases reproducidas textualmente. Tienen también otros usos (enmarcar un sobrenombre, subrayar una palabra, destacar un neologismo o un término no castellano), pero para estos cas os en el periódico se emplea la letra cursiva.
Se usan comillas inglesas o dobles (“”), así como las simples (‘’), pero nunca las francesas o angulares («»).
Cuando dentro de un entrecomillado vaya otro, el segundo se marcará con comillas simples. En caso de tener que escribir estos dos tipos de comillas juntos, por coincidir al principio o al final de la cita, se suprimirán las comillas simples.
Si el texto reproducido es tan extenso que comprende varios párrafos, se abrirán y cerrarán comillas en cada uno de ellos.
En el caso de que en medio de una cita textual se haga una apostilla o aclaración, las comillas han de cerrarse antes del inciso, que irá entre comas, y abrirse después de él.
La supresión de palabras o frases en un texto entrecomillado se marcará con puntos suspensivos. Si es al principio de la cita, los puntos suspensivos irán inmediatamente después de las comillas, pero separados de la palabra que sigue por un blanco; si es en medio, los puntos suspensivos irán entre paréntesis.
Las comillas —como sucede con los paréntesis y las rayas— van siempre antes del punto final, tanto si se abrieron una vez iniciada la frase como si se abrieron inmediatamente después del punto anterior.
Los términos no castellanos, los neologismos, así como los títulos de libros, películas, canciones, obras de teatro o musicales, o de algunas de sus partes (capítulo de un libro, artículo de un diario), no se entrecomillarán. Como excepción, cuando se citen a la vez el título general de una obra y el de una de sus partes, este último llevará comillas simples.
Paréntesis
Se emplea paréntesis [()] para aislar una observación al margen del objeto principal del discurso, así como para incluir una llamada o un dato relacionados con ese discurso. Ejemplos: ‘la Gestapo (contracción de las palabras alemanas Geheime Staatspolizei)’; ‘la misma editorial ha publicado otra importante obra (*), cuya lectura se recomienda’; ‘soy pesimista con la inteligencia, pero optimista por voluntad (Antonio Gramsci, Lettera dal carcere, página 115)’.
Paréntesis y rayas cumplen cometidos similares. Sin embargo, los primeros deben reservarse para los incisos acusadamente al margen del relato, y las segundas, para aquellos otros que podrían ir entre comas, pero que las rayas refuerzan y diferencian con toda claridad. Ejemplos: ‘cuando Edgar Snow llegó por primera vez a China (a los 22 años, con algún dinero ganado en Wall Street jugando a la Bolsa), su propósito era quedarse seis meses, que se convirtieron en 13 años’; ‘aquel que visita una tierra extranjera sin conocer el idioma —lo dice Francis Bacon— va como estudiante, y no como viajero.
Cuando en un inciso se abra otro, el primero irá entre paréntesis, y el segundo, entre rayas. Ejemplos: ‘todos estos países isleños (las Filipinas, Indonesia, Sri Lanka — anteriormente Ceilán— y Mauricio) no forman propiamente un bloque’.
Los paréntesis —como sucede con las comillas y las rayas— van antes del punto final si es que se abrieron una vez iniciada la frase, y también cuando se abrieron inmediatamente después del punto anterior.
Raya
La raya es un signo ortográfico (—) cuya largura de trazo impide confundirlo tipográficamente con el guión (-) o con el signo de ‘menos’ (—).
La raya sirve para aislar una observación al margen del objeto principal del discurso, como los paréntesis (ya se ha explicado, al hablar de éstos, cuándo deben emplearse rayas y cuándo paréntesis).
El hecho de que coincidan al final de una frase la raya y el punto no es motivo para que se suprima ésta; en igualdad de circunstancias, tampoco desaparecen, por ejemplo, el paréntesis o las comillas.
En la transcripción de un diálogo, la raya marca el comienzo de las frases pronunciadas por cada uno de los interlocutores. En este caso, la raya ha de ir pegada a la letra inicial, sin blanco de separación alguno. No se volverá a situar raya antes del punto y aparte cuando la raya inicial haya abierto una frase de diálogo.
Guión
El guión (-), signo ortográfico de trazo más corto que la raya (—) y que el de ‘menos’ (—), se usa como elemento de unión.
En primer lugar, para unir dos adjetivos cuando éstos, cada uno por separado, siguen conservando su identidad. Ejemplo: ‘acuerdo greco-chipriota’; esto es, entre los Gobiernos de Grecia y Chipre. En cambio, no se empleará guión, y los adjetivos se escribirán sin blanco de separación, cuando, juntos, supongan una nueva identidad. Ejemplo: ‘comunidad grecochipriota’; o sea, la compuesta por los chipriotas de origen griego.
No se empleará guión entre la partícula ex y otra palabra cuando aquélla se utiliza para decir que una persona ya no tiene el cargo o la condición que indica el nombre o adjetivo de persona al que se antepone. Ejemplos: ‘ex ministro’, ‘ex discípulo’ o ‘ex suarista’, y no ‘ex-suarista’ o ‘exsua rista’.
Interrogación y exclamación
Los signos de interrogación, uno para abrirla y otro para cerrarla (¿?), engloban el objeto de la pregunta, el cual puede ser toda una oración o sólo una parte de ella. Los de exclamación (¡!), con los que se expresa fuerza o vehemencia, se utilizan en las mismas condiciones y con las mismas reglas que los de interrogación.
La inclusión de los signos de apertura no implica que la palabra que le sigue, escrita junto al signo, haya de llevar mayúscula inicial por este hecho. La llevará o no la llevará de acuerdo con las normas generales sobre el emple o de mayúsculas. (‘¿Vendrás hoy?’; ‘mi pregunta es ésta: ¿vendrás hoy?’; ‘si te lo digo, ¿vendrás hoy?’).
Detrás de los signos de cierre nunca se pone punto, pero sí coma o punto y coma. Ahora bien, si al signo de interrogación o de exclamación le sigue un paréntesis, una raya o unas comillas, la frase ha de concluir con punto.
Un signo de interrogación encerrado entre paréntesis, en este caso siempre el de cierre, indica duda; el de exclamación, asombro. Sin embargo, ninguna de estas dos formas debe usarse en textos informativos.
Cuando una frase sea exclamativa e interrogativa al mismo tiempo, no se duplicarán los correspondientes signos, sino que se abrirá con el exclamativo y se cerrará con el interrogativo.
El apóstrofo
El apóstrofo es un signo ortográfico (’) con el que se indica en otras lenguas, entre otros supuestos, la elisión de una vocal a final de palabra cuando la siguiente comienza con una letra de igual clase. Ejemplos: ‘Sant Sadurní d’Anoia’, ‘l’invasione’, ‘l’obscurité’. 92 Y, en el caso concreto del inglés, también para el llamado genitivo sajón. Ejemplo: ‘America’s Cup’.
Se emplea mal en castellano cuando se utiliza, como si se tratara de un genitivo sajón, en las fechas. Así, en el periódico se escribirá ‘Mundial 82’, y no ‘Mundial ’82’; ‘Arte 83’, y no ‘Arte ’83’, aun cuando ésta sea la forma en que lo hagan sus organizadores.
No debe confundirse el apóstrofo, signo ortográfico, con el apóstrofe, figura retórica.
Puntos suspensivos
Los puntos suspensivos constituyen un solo signo ortográfico, formado por tres puntos, y no más (…). Sirven para denotar que queda incompleto el sentido de una oración o cláusula de sentido cabal, para indicar temor o duda, o lo inesperado y extraño de lo que se cuenta a continuación; usos todos ellos que desaconsejan su empleo en textos noticiosos y, desde luego, como remate de una información.
Si se utilizan, hay que tener en cuenta que no pueden emplearse después de la palabra etcétera (que tampoco debe usarse en textos informativos) y que, al final de una frase, hacen innecesaria la inclusión del punto final.
Los puntos suspensivos se emplean también para indicar la supresión de palabras o frases dentro de una cita entrecomillada. En tales supuestos, cuando el corte se haya hecho al principio, los puntos suspensivos han de ir inmediatamente después de las comillas de apertura y separados de la primera palabra de la cita. Pero entre paréntesis y con blancos de separación a ambos lados cuando el corte se haya producido en medio.
Asterisco
El asterisco (*) se emplea para remitir al lector a una nota al final del texto. Se escribe entre paréntesis tras la palabra a la que se refiere, pero no sin bla nco de separación. Ejemplo: ‘según dicho autor (*)’, y no ‘según dicho autor*’.
Cuando las citas sean más de una, no se emplearán asteriscos, sino números, también entre paréntesis. Ejemplos: ‘en la citada obra (2)’, pero no ‘en la citada obra**’.