Manual de estilo para periodistas y escritores. Segunda parte

Manual de estilo para escritores. Segunda parte

En la primera parte de este manual de estilo para escritores que no pretende abordarlo todo, se mencionaron algunas normas generales y de puntuación. Vamos a continuar con las normas gramaticales que con más frecuencia se quebrantan. Si bien la terminología de los ejemplos es de corte periodístico, de ahí las referencias a la política y a la sociedad, el recordar estas normas nos ayudará a tener una escritura más clara a la hora de escribir una novela.

Normas gramaticales

Los adverbios modifican a los verbos, los adjetivos o a otros adverbios, y sólo así deben utilizarse. Es correcto escribir ‘va deprisa’, puesto que deprisa es adverbio y modifica al verbo. Pero no ‘trabaja duro’, porque duro es adjetivo y, junto al verbo, ocupa el lugar del adverbio. Lo correcto sería ‘trabaja duramente’.

Los adverbios de tiempo deben ir siempre junto al verbo. Debe escribirse ‘el Rey ha inaugurado hoy…’, pero no ‘hoy, el Rey ha inaugurado…’. En general, los adverbios se deben situar tras el grupo verbal, mejor que delante o en el medio. Ejemplos: ‘El presidente está claramente dispuesto a dimitir’ debe sustituirse por ‘el presidente está dispuesto claramente a dimitir’. A veces, se incurre en galicismo: ‘El Gobierno ha ya terminado el proyecto’ (en lugar de escribir correctamente ‘el Gobierno ha terminado ya el proyecto’).

La palabra inicial de una información jamás puede ser un adverbio (salvo ‘sólo’ o ‘solamente’ si su lugar altera el significado de la frase), como tampoco una locución adverbial o un complemento circunstancial. Los adverbios tienen como función gramatical modificar el significado de otras palabras. Por tanto, es una mala construcción periodística iniciar una noticia con una palabra que amplía, matiza o precisa algo que aún no se conoce. Y ello precisamente en el párrafo que debe atraer al lector y facilitarle la lectura.

Cuando en una información se haga referencia a un día anterior, siempre que se trate de la misma semana, se preferirá la mención concreta de ese día (‘el martes pasado’) al uso de un adverbio (‘anteayer’). Si se precisa el día en que ocurrió un hecho, no se puede utilizar el pretérito perfecto (‘ha aprobado ayer’), sino el indefinido (‘aprobó ayer’).

Los adjetivos creados a partir de un nombre o apellido y aceptados por el uso no se deben escribir en cursiva, máxime cuando se trata de una práctica no generalizada. No hay explicación para que ‘alfonsino’, ‘felipista’, ‘marxista’ o ‘franquista’ vayan en redonda y, sin embargo, ‘suarista’ o ‘mitterrandista’ figuren en cursiva. Menos todavía si, por este empleo, la cursiva puede interpretarse como que se albergan dudas sobre el significado de la palabra. Por ejemplo, en el caso de ‘populares’ aplicado a los miembros del Partido Popular.

Preposiciones

El cometido de las preposiciones, en sí términos invariables, es establecer cierto tipo de relación entre otras dos palabras; de movimiento, modo, tiempo, materia, oposición, procedencia, etcétera. Depende no sólo de la preposición, sino de las posibilidades combinatorias que ofrezcan las palabras relacionadas entre sí. El uso más frecuente de cada una de las preposiciones, así como los errores que más a menudo se cometen en algunos casos, se recoge en los apartados que siguen.

A. Tiene un uso muy variado. Generalmente expresa una idea de dirección o de movimiento, real o figurado (‘voy a Londres’, ‘amo a mis padres’).

Constituye un galicismo usar la preposición a en estos dos casos: — Delante de un sustantivo que complementa a otro. Ejemplos: ‘avión a reacción’, ‘olla a presión’, ‘cocina a gas’. Debe usarse la preposición de. Ejemplos: ‘avión de reacción’, ‘olla de presión’, ‘cocina de gas’. — Antes de un infinitivo, en expresiones como ‘ejemplo a seguir’, ‘acuerdo a tomar’, ‘modelo a desarrollar’, etcétera. En la mayoría de estos casos puede suprimirse perfectamente el verbo, pues normalmente el sentido de la frase lo hace innecesario.

En referencias a velocidad es preferible usar la preposición por, sin artículo interpuesto, y no a. Ejemplos: ‘100 kilómetros por hora’, y no ‘a la hora’.

La combinación a por, aunque censurada por la Real Academia, puede emplearse. En primer lugar, por lo que Manuel Seco (Diccionario de dudas y dificultades de la lengua española, página 6) llama su ‘ventaja expresiva’. No es lo mismo —explica— ‘fui por ella’,

Se debe suprimir la preposición a cuando el complemento directo necesite distinguirse de otro que lleve esa misma partícula. Ejemplos: ‘‘Argel expulsa 11 etarras a Venezuela’, y no ‘Argel expulsa a 11 etarras a Venezuela’.

Ante. Significa delante de (‘se presentó ante él’).

Bajo. Indica una situación inferior (‘bajo su autoridad’).

Cabe. Equivale a junto a (‘cabe la puerta’). Actualmente se usa poco en los medios de comunicación, aunque permanece en el lenguaje rural.

Con. Indica idea de compañía (‘voy con ellos’), de instrumento (‘lo cogió con las manos’) o de modo (‘se mueve con gracia’).

Contra. Expresa oposición (‘viene contra nosotros’). Es un galicismo su construcción con por (por contra). En su lugar debe escribirse ‘en cambio’ o ‘por el contrario’. Y es un vulgarismo su uso como adverbio, con el significado de ‘cuanto’. ‘Contra más les das, más piden’ debe sustituirse por ‘cuanto más les das, más piden’.

De. Indica idea de posesió n y pertenencia (‘el sombrero de mi tía’), de materia (‘copa de cristal’) o de origen (‘viene de Alemania’). Esta preposición no debe omitirse en estos tres casos:

— En las denominaciones de vías públicas, salvo que el nombre lo constituya un adjetivo. Ejemplos: ‘calle de Alcalá’, no ‘calle Alcalá’, pero ‘calle Mayor’.

— Cuando el verbo exija esta preposición, o cuando el complemento lo constituya una proposición. Ejemplos: ‘estaba seguro de que fallaría’, y no ‘estaba seguro que fallaría’; ‘le informó de que vendría’, y no ‘le informó que vendría’.

— Delante de la cifra con los años de una persona, tanto si este dato figura entre comas como entre paréntesis. Ejemplos: ‘Juan López, de 25 años’ o ‘Juan López (de 25 años)’, pero no ‘Juan López, 25 años’ ni ‘Juan López (25 años)’.

Desde. Indica el principio del tiempo o de una distancia (‘desde el año pasado’, ‘desde San Sebastián a Madrid’).

En. Expresa una idea general de reposo en el tiempo y en el espacio (‘estamos en verano’, ‘estamos en Torrelodones’). Debe utilizarse esta preposición, y no el adverbio ‘dentro’, en los verbos en que su uso derive en redundancia. No debe escribirse ‘se enmarca dentro de esa situación’, sino ‘se enmarca en esa situación’.

Entre. Expresa situación en medio de personas o cosas (‘está entre esta calle y la otra’, ‘estamos entre amigos’).

Hacia. Señala la dirección (‘iba hacia el colegio’). No equivale a la preposición a (‘iba al colegio’).

Hasta. Indica el término de un espacio o de un tiempo (‘esperaré hasta junio’, ‘llegaré hasta la plaza’).

Para. Indica destino o fin de la acción (‘estudia para triunfar’, ‘trabajaré para ellos’).

Por. Tiene un uso muy variado. Expresa una vaga idea de tiempo y lugar (‘por aquel entonces’, ‘pasear por allí’). Indica también la causa (‘por ti me veo así’).

Según. Expresa relación de conformidad de unas cosas con otras (‘obro según me dijeron’). Nunca una información debe comenzar con esta partícula.

Sin. Expresa privación (‘sin una peseta’).

So. Equivale a bajo (‘so la encina’). Hoy apenas se emplea, salvo en locuciones formadas con sustantivos como pena o pretexto (‘so pena de perderla’, ‘dijo que no venía, so pretexto de estar ocupado’).

Sobre. Significa encima de (‘sobre la mesa’). Sirve también para indicar el asunto de que se trata (‘una conferencia sobre poesía’).

Tras. Expresa el orden con que unas cosas siguen a otras (‘tras la soga va el ca ldero’). Se sustituye normalmente por ‘detrás de’ o ‘después de’.

Concordancia

Sujeto y verbo han de mantener preferiblemente concordancia de número. Debe escribirse ‘un grupo de personas se reunió ayer’ o ‘el 60% de los encuestados opina…’, pero no ‘un grupo de personas se reunieron ayer’ o ‘el 60% de los encuestados opinan…’. No obstante, no hay que aplicar esta norma a rajatabla y escribir ‘el 5% de las mujeres está embarazado’. Para casos determinados, se puede modificar la concordancia de género y número. Las cifras deben concordar en plural: ‘Un millón de personas ocupan la calle’.

En una relación expositiva en forma ordinal, el número llevará el género que corresponda al antecedente. Ejemplos: ‘las conclusiones siguientes: 1ª…, 2ª…, 3ª…; ‘los temas siguientes: 1º…, 2º…, 3º…’.

Cargos y títulos observarán rigurosa concordancia de género con sus poseedores. Así, se escribirá ‘la doctora’, ‘la ingeniera’, ‘la diputada’, ‘la jefa’ o ‘la primera ministra’ cuando tales condiciones se refieran a una mujer. Sin embargo, debe escribirse ‘el modista’, y no ‘modisto’ (igual que ‘periodista’, y no ‘periodisto’); ‘la poetisa’, y no ‘la poeta’. El hecho de que se escriban en femenino profesiones que en otro tiempo estuvieron reservadas a los hombres no debe inducir a un uso equivocado del idioma. Así, por eje mplo, no debe escribirse ‘jueza’, cuando no se usa ‘juezo’, sino ‘juez’. No ocurre igual con ‘médica’, femenino de ‘médico’.

Los nombres propios escritos en plural, pero concebidos como singular, deben concordar en singular. Ejemplos: ‘Estados Unidos veta el envío de tropas’, ‘Canarias pide un trato específico en la CE’, pero ‘las Canarias están más cerca de África que de Europa.

Condicional

En castellano, el condicional se puede emplear como futuro imperfecto del pasado (‘dijo que vendría’) o como futuro perfecto del pasado (‘dijo que a la hora de cenar habría terminado’). Es decir, como formas relativas que dependen de verbos de lengua o sentido utilizados en pasado: ‘anunció’, ‘avisó’, ‘dijo’, etcétera.

Sin esa relación con otros verbos, sólo se puede utilizar la forma condicional en estos tres casos:

— Para atenuar cortésmente un deseo, reproche o petición. Ejemplos: ‘podrías llegar antes’, ‘¿querrías atenderme?’, ‘¿podría decirme la hora?’.

— En relación con un subjuntivo. Ejemplos: ‘si yo fuera millonario, me compraría un Rolls’; ‘si hubieras venido, yo no estaría así’. En estos casos de relación con subjuntivo, es preferible siempre la forma potencial en los tiempos compuestos. No se debe escribir ‘si hubieras pedido que lo hiciera, yo lo hubiese hecho’. Es más correcto ‘si hubieras pedido que lo hiciera, yo lo habría hecho’. Para comprender mejor esta relación sintáctica, conviértase la oración al potencial simple: siempre diremos ‘si pidieras que lo hiciese, yo lo haría’; y nunca ‘si pidieras que lo hiciese, yo lo hiciera’. Es incorrecto utilizar el potencial en concordancia con indicativo: ‘si vinieras, yo iré también’. Ha de escribirse: ‘si vinieras, yo iría también’. O bien: ‘si vienes, yo iré también’.

— Para expresar la posibilidad en el pasado. Ejemplos: ‘tendría entonces 10 años’, ‘por aquella época ya habría terminado el bachillerato’.

La posibilidad en el pasado no es, sin embargo, un hecho dudoso, no garantizado, ni un rumor. Este uso del condicional de indicativo es francés. Se incurre, pues, en galicismo cuando se escriben frases como éstas: ‘el ministro de Agricultura podría estar dispuesto…’; ‘el obispo habría establecido…’; ‘según diversas fuentes, habrían sido detenidos siete gr apos…’. Los giros adecuados para sustituir el condicional francés pueden ser éstos u otros parecidos (que tienen un uso restrictivo, conforme se indica en este Libro de estilo): ‘el ministro parece estar dispuesto…’; ‘según indicios, el obispo ha establecido…’; ‘parece ser (o tal vez) que han sido detenidos siete grapos…’. El uso del condicional en ese tipo de frases queda terminantemente prohibido en el periódico. Además de incorrecto gramaticalmente, resta credibilidad a la información.

Errores gramaticales

Gerundio. Este tiempo verbal expresa una acción en desarrollo, anterior o simultánea a la principal. Es incorrecto su uso (galicismo) como participio de presente; esto es, como adjetivo en función de atributo (‘un barril conteniendo 100 litros de cerveza’). Sólo hay dos excepciones admitidas por la Academia: ‘agua hirviendo’ y ‘palo ardiendo’.

Igualmente es incorrecto su uso (fallo que se comete con harta frecuencia) cuando se utiliza para indicar una acción posterior a la principal. Ejemplo: ‘Viajó a Mallorca en avión, asistiendo a un congreso de ginecología’. Tal como está escrito, el congreso se celebró en el avión, que no parece el sitio más adecuado para reuniones de este tipo.

Dequeísmo. Es incorrecto el uso de la fórmula de que cuando se trata de una oración completiva con un verbo que no rige la preposición de. Ejemplos: ‘creo que no está bien’, y no ‘creo de que no está bien’. Esta norma no debe inducir a la equivocación de suprimir el de en verbos o construcciones en las que rige esta preposición. Es correcto escribir ‘estoy seguro de que vendrá’ o ‘le informó de que vendría’, pero no ‘estoy seguro que vendrá’ o ‘le informó que vendría’.

Estilos directo e indirecto. Cada vez es más frecuente en los periódicos un vicio de lenguaje que denota escaso esmero literario: utilizar el estilo directo y el indirecto con una conexión sintáctica incorrecta: Ejemplo: “su esposa comentó anoche que ‘mi marido no está”. Para exponer esa idea correctamente, hay dos posibilidades: ‘su esposa comentó anoche que su marido no estaba’ o ‘su esposa comentó anoche: “Mi marido no está”. Pero nunca la mezcla de ambas. Otro ejemplo: “la doncella aseguró que no podía contestar ‘porque estoy sola con las niñas. Llame una hora más tarde”. Aquí se produce un claro error de concordancia en los verbos: ‘la doncella (…) no podía (…) porque estoy sola. ¿A quién corresponde estoy, al periodista, a la doncella? El hecho de que se escriban comillas no indica que a partir de ese signo comience una frase que no ha de estar relacionada sintácticamente con la que le da la concordancia.

Laísmo. Se llama así a la utilización incorrecta del la por el le. Menos frecuente porque es más escandaloso, pero es una falta corriente en algunas regiones, especialmente en el norte de Castilla. Se produce laísmo cuando se utiliza la como pronombre representativo de un complemento indirecto femenino. Ejemplos: ‘la llevé un paquete’ (a ella). Lo correcto en este caso es ‘le llevé un paquete’ (a ella). Se usa la correctamente cuando este pronombre representa a un complemento directo femenino. Ejemplo: ‘la llevé a Cádiz’. En este caso, la representa a ella.

Leísmo. Para indicar el complemento indirecto se deben emplear siempre le o les. Estos dos pronombres pueden usarse también como complemento directo si sustituyen a un masculino de persona. Leísmo es, por tanto, el uso indebido de le y les como complemento directo; es decir, en los casos en que sustituye como pronombre a un femenino, a un neutro o a un masculino, de animal o cosa, en la función de complemento directo. Ejemplos de uso correcto como complemento indirecto: ‘le di un abrazo’ (a él o a ella), ‘le pedí que llegara pronto’ (a él o a ella), ‘les envié los libros’ (a ellos o a ellas). Ejemplos de uso correcto como complemento directo (masculino de persona): ‘vi a mi hermano y le llamé’ (puede decirse también ‘lo llamé’).

Ejemplos de leísmo: ‘vi a mi perro y le llamé’ (debe decirse ‘lo llamé), ‘vi a mi hermana y le llamé’ (debe decirse ’la llamé’).

La utilización del le por el lo en función de complemento directo masculino no es incorrecta, ya que se trata de la fórmula más extendida en la mitad norte de España (de Madrid hacia arriba).

El leísmo aceptado se produce cuando se usa le como pronombre representativo del complemento directo. En la mitad sur de España se utiliza lo. Ejemplo: ‘le llevé a Cádiz’ (a Juan). En este caso, lo correcto en el sur es ‘lo llevé a Cádiz’. La confusión viene de que sí es correcto decir ‘le llevé a Cádiz un paquete’, porque en este caso le representa al complemento indirecto.

Es decir, se utiliza le correctamente cuando el pronombre representa al complemento indirecto de la frase. En el ejemplo anterior, la persona a la que se llevó el paquete es complemento indirecto. El directo es el paquete.

También se debe usar le para el complemento indirecto femenino. Ejemplo: ‘le llevé un paquete a Luisa’. El leísmo incorrecto se produce cuando le es utilizado como complemento directo que representa a animales o cosas: ‘le entregué el gato y ordené que le llevara en el coche’ (lo correcto es ‘lo llevara’).

Estilos directo e indirecto. Cada vez es más frecuente en los periódicos un vicio de lenguaje que denota escaso esmero literario: utilizar el estilo directo y el indirecto con una conexión sintáctica incorrecta. Ejemplo: ‘su esposa comentó anoche que “mi marido no está”.

Para exponer esa idea correctamente, hay dos posibilidades: ‘su esposa comentó anoche que su marido no estaba’ o ‘su esposa comentó anoche: “Mi marido no está”. Pero nunca la mezcla de ambas.

Otro ejemplo: ‘la doncella aseguró que no podía contestar “porque estoy sola con las niñas. Llame una hora más tarde”. Aquí se produce un claro error de concordancia en los verbos: ‘la doncella (…) no podía (…) porque estoy sola. ¿A quién corresponde estoy, al periodista, a la doncella? El hecho de que se escriban comillas no indica que a partir de ese signo comience una frase que no ha de estar relacionada sintácticamente con la que le da la concordancia.

Adverbios. Los adverbios de tiempo deben ir siempre junto al verbo. Debe escribirse ‘el Rey ha inaugurado hoy…’, pero no ‘hoy, el Rey ha inaugurado…’. En general, los adverbios se deben situar tras el grupo verbal, mejor que delante o en el medio. Ejemplos: ‘el presidente está claramente dispuesto a dimitir’ debe sustituirse por ‘el presidente está dispuesto claramente a dimitir’. A veces, se incurre en galicismo: ‘una vez que el Gobierno hubo terminantemente prohibido…’ (en lugar de escribir correctamente ‘una vez que el Gobierno hubo prohibido terminantemente…’).

La palabra inicial de una información jamás puede ser un adverbio (salvo ‘sólo’ o ‘solamente’ si su lugar altera el significado de la frase), como tampoco una locución adverbial o un complemento circunstancial.

Los adverbios tienen como función gramatical modificar el significado de otras palabras. Por tanto, es una mala construcción periodística iniciar una noticia con una palabra que amplía, matiza o precisa algo que aún no se conoce. Y ello precisamente en el párrafo que debe atraer al lector y facilitarle la lectura.